HANNA ARENDT, EN SU CENTENARIO
Hanna Arendt nació en Hannover en 1906 y murió en Estados Unidos en 1975. En Alemania, de donde se exilió en 1933, estudió en las Universidades de Friburgo y Heidelber, siendo alumna de Heidegger y Jaspers. En la última se doctoró en 1928, con una tesis sobre San Agustín, dirigida por Jaspers.
Creo, por eso mismo, que vale la pena iniciar esta breve exposición sobre su pensamiento apuntando lo que aprendió con uno y otro de sus grandes maestros.
Con Heidegger, Arendt aprendió a distinguir "entre un objeto de erudición y algo pensado". En otras palabras, pensar no es pensar sobre alguna cosa, sino pensar alguna cosa. No existe oposición entre razón y praxis, entre espíritu y vida en Heidegger, pero sí, como aprendió Arendt, la posibilidad de un pensar apasionado, en el cual pensar y estar vivo constituyen una unidad que se funde.
Entre tanto, también con Heidegger, Arendt verificó que la relación de los filósofos con la Política, desde Platón, es una relación que conlleva un dilema, y la tentación de servir a la tiranía, para imponer una verdad, es grande.
Cómo escapar de esta tentación fue la lección que Arendt tomó de su convivencia -que fue continua- con Jaspers, quien relata en su Autobiografía filosófica el significado profundo de la verdadera confianza que los unía y que les permitió mantener un diálogo siempre fecundo en torno a los terribles problemas políticos del mundo contemporáneo.
La comunicación ilimitada, que significa al mismo tiempo la fe en la comprensión de todas las verdades y una buena voluntad de palabra y atención, como prerrequisito de todo comercio humano, es, según Arendt, la idea central de la filosofía de Jaspers.
La filosofía, para Jaspers, tiene en común con la vida pública el hecho de ser ambas algo que tiene relación con todo el mundo. El filósofo, en este sentido, se asemeja a los hombres de Estado por que debe responder personalmente por sus opiniones.
Jaspers es, según Arendt, el único sucesor de Kant, y Kant, según Arendt, en la lectura que hace de la Crítica del juicio, fue uno de los pocos que llegó a una filosofía política, pues para él, políticamente, no existimos en singular, sino que coexistimos en plural. La pluralidad de la intersubjetividad requiere la comunicación, y ésta presupone lo que Kant llama "mentalidad alargada", esto es, un pensar siempre ligado al pensamiento de lo que otro piensa. Y esta lección de Jaspers hará de Arendt una democráta inmune al riesgo de la tentación filosófica- de Platón a Heidegger- de imponer a los otros su verdad.
El pensamiento de Arendt fue un pensamiento orientado al fenómeno de la ruptura, a la laguna entre el pasado y el futuro, que provocó e instigó en ella un examen del presente.
Este examen lo realizó fundiendo, en su reflexión, el pensar y el estar vivo. Por eso su discurso, desde el pimer momento, jamás fue un objeto de erudición sino, pese a Heidegger, una cosa pensada.
El hecho que para Arendt generó la conciencia y la percepción de la ruptura fue el fenómeno totalitario. El totalitarismo, como una nueva forma de gobierno y de dominación, basado en la organización burocrática de masas, en el terror y en la ideología, probó, con el genocidio, que no existen límites a la deformación de la naturaleza humana.
Para este fenómeno la tradición occidental no tenía categorías ni respuestas, pues el totalitarismo apareció tanto como un desdoblamiento de la utopía capitalista como de la socialista, conforme nos demuestran sus vertientes nazista y estalinista. De ahí el sentido profundo de la ruptura que el fenómeno totalitario asigna y que Arendt examinó en su primer gran libro.
Pensar al totalitarismo exigió a Arendt antes que nada un análisis de la génesis del fenómeno y es por esa razón que su libro se intitula, precisamente The Origins of Totalitarianism. Para Arendt la génesis del totalitarismo proviene, preliminarme de : a) el anti-semitismo moderno, y b)el imperialismo . ¿Por qué?
Para Arendt el antisemitismo moderno, al contrario del tradicional, caracterizado por el patrón de tolerancia y exclusión, es fruto de las tensiones entre Estado y sociedad civil, que surgirán en Europa a partir de la Revolución Francesa, con la expansión de la igualdad y la extensión de la ciudadanía. En este proceso, los judíos, por que estaban vinculados al fortalecimiento del Estado, absorberán y catalizarán las irritaciones de la sociedad civil. De ahí la aparición del antisemitismo moderno como instrumento de manipulación del poder en el interior del sistema político, relevante para la comprensión del fenómeno totalitario en la medida en que anticipa dos de sus medios de acción: el concepto de "enemigo objetivo" y el uso de la "mentira". De hecho, en la medida en que el antisemitismo moderno es un ataque no a un judío, sino a los judíos en general, independientemente de la actitud o acción de los judíos-individuos, constituye una de las más claras prefiguraciones del concepto "enemigo objetivo" y de la actitud de sospecha generalizada que impregna la dinámica del totalitarismo. Esta actitud de sospecha, tanto en el caso del antisemitismo moderno como en el del totalitarismo, se sustenta por el uso de la mentira que desfigura los hechos para ajustarlos a las necesidades del poder.
El imperialismo, por su parte, es para Arendt el resultado de la emancipación política de la burguesía y surge cuando ésta deja de dedicarse a sus negocios privados y asume la gestón del Estado en Europa. En esta gestión, la burguesía exporta al mundo el capital superfluo en Europa, administrándolo mediante la dominación imperial. Las consecuencias políticas del imperialismo también propiciarán una prefiguración del paradigma totalitario.
Paulatinamente, Arendt fue invirtiendo sus prioridades para caminar hacia el hacer, como camino para el conocimiento. Así, intenta en The Human Condition, quizá su máxima obra, salir del impasse totalitario para explicar las características de la acción política que permita romper con la circularidad de la relación entre hechos y teorías.
En este libro se propone examinar lo que es específico y lo qué es genérico en la condición humana. A través de su singularidad, el hombre mantiene su individualidad y, a través de su participación en el género humano, puede comunicar a los demás su singularidad. En este libro, el concepto central de la reflexión política de Arendt es la natalidad o nacimiento al contrario de la muerte que caracteriza a la metafísica. La natalidad significa que nosotros nos iniciamos en el mundo a través de la acción. De ahí la relación entre nacimiento y acción, que puede aprenderse a través de la comunicación de las experiencias individuales. Ahora bien, para que la palabra y la acción se conviertan en política, requieren un espacio que constituye el mundo político, cuya existencia permite la aparición de la libertad.
La libertad en el espacio público, exige la liberación de la necesidad biológica del animal laborans . La libertad, para Arendt, es la libertad antigua, relacionada con la polis griega. Significa libertad para participar democráticamente, del espacio público de la palabra y la acción. La libertad, es esta acepción, y la política surgen del diálogo en plural, que aparece cuando existe este espacio público que permite la palabra viva y la acción vivida, en una unidad creativa y creadora.
Restaurar, recuperar, rescatar el espacio público que permite, por la libertad y por la comunicación el actuar conjunto, y con él la generación del poder, es el gran tema unificador de la reflexión de Arendt.
Gracias a este actuar conjunto surge la política auténtica y, con ella, la dignidad de la vida pública, que Arendt consiguió iluminar en un mundo como el contemporáneo, que vivió la experiencia del totalitarismo y que se debate con el impasse del pensamiento contempráneo, sufre la trivialidad de la dministración de las cosas y se desespera con las coyunturas difíciles.
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