jueves, febrero 22, 2007

Miles de niños y niñas iraquíes discapacitados sin ayuda alguna

260.000 menores habrían muerto desde abril de 2003 a causa de la violencia y las enfermedades

Una escolar pasa ante la puerta de una escuela bombardeada en el barrio de Ramadi, en Bagdad, en enero de 2007, ataque de las milicias gubernamentales que causó la muerte a siete niñas (Foto, AP)


Iraq Solidaridad

Fatah, de 10 años, perdió una pierna en un fuego cruzado entre combatientes de milicias iraquíes y fuerzas estadounidenses. Fatah Barakat nunca olvidará cuando hace un año se quedó atrapado en un fuego cruzado en Medina as-Sáder, un barrio de Bagdad. Ahora, Fatah se ha acostumbrado a sostenerse sobre su pierna izquierda. "[...] Como perdí una de mis piernas, quiero estar seguro de que todavía tengo la otra. Mi madre me dice que no puedo seguir así. Pero es muy difícil para mí saber que nunca más podré jugar con otros niños o jugar al fútbol como hacía todos los días antes", dice Fatah.

La vida de Fatah cambió drásticamente desde el trágico suceso. Su madre no le deja salir a la calle porque no quiere que resulte herido y él tiene vergüenza por tener sólo una pierna. "[...] Una vez iba con pantalones cortos y mis amigos empezaron a reírse de mí diciendo que no servía para nada y que sólo podía jugar al dominó", añade.

La madre de Fatah ha buscado desesperadamente algún tipo de ayuda para su hijo pero todo lo que ha conseguido han sido cinco kilos de arroz de una ONG. "[...] Cuando pedí a las ONG o al gobierno una silla de ruedas para mi hijo, o que le pagasen una operación o incluso una pierna artificial, simplemente me dijeron que la gente muere todos los días y que otros se convierten en desplazados y que no tienen tiempo de preocuparse simplemente de un niño", afirma Rand Mohamad, la madre de Fatal, quien añade:

"[...] El problema es que cientos de niños en Iraq sufren el mismo problema pero no reciben ayuda de nadie. Los dejan de lado hasta que puedan controlar la violencia y los desplazados vuelvan a sus hogares. Pero hasta que eso ocurra pueden morir o resultar psicológicamente muy afectados."

Según Save the Children, una ONG con sede en Reino Unido, al inicio de la invasión estadounidense, entre marzo y abril de 2003, muchos niños resultaron asesinados o heridos. La ONG afirma que los niños heridos siguen sufriendo los efectos del conflicto, siendo más vulnerables a las enfermedades crónicas y a la falta de ayuda.

Miles de niños discapacitados

El número exacto de niños con miembros amputados en Iraq, como resultado de la guerra y de la violencia diaria en todo el país, se desconoce. Sin embargo, una ONG local estima que debe miles. Jalid Alaa, portavoz de Keeping Children Alive (KCA), afirma: "[...] Cada explosión, cada ataque aéreo, cada enfrentamiento, o cada ataque a objetivos en Iraq tiene como resultado a un niño herido. Además, no podemos olvidar los restos de artillería sin explosionar, cuyas víctimas son la mayoría los niños".

"[...] Si sumas todos esos niños deben ser miles, y no podemos olvidar que el número de niños muertos desde abril de 2003 a causa de enfermedades, explosiones o balas, ha alcanzado la cifra de 260.000", añade Alaa.

Existen muchas discrepancias sobre el número total de iraquíes, incluidos los niños, que han sido asesinados desde la invasión liderada por EEUU en 2003 . La cifra más alta de las barajadas resulta de las estimaciones calculadas en el informe de [la revista] Lancet, publicado el 11 de octubre de 2006. El estudio, dirigido por la Universidad Johns Hopkins de EEUU junto con la Universidad al-Mustansiriya de Iraq, sostenía que 600.000 iraquíes habían sido asesinados como resultado de la guerra desde 2003.La cifra más baja de las barajadas, es la estimada por la ONG Iraq Body Count, que calcula una cifra de muertes causadas por la guerra de alrededor de 60.000, desde 2003. Las cifras del gobierno iraquí están más cerca de las de Iraq Body Count. El ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales afirma que la falta de recursos económicos ha provocado el retraso en los proyectos para los niños y adultos discapacitados.

"[...] El presupuesto para esos proyectos disminuye todos los años. A nuestros ministerios y las ONG locales les resulta difícil resolver el problema. La gente se enfada con nosotros cuando pide nuestra ayuda y no podemos ofrecérsela. Intentamos ayudarles, pero sin dinero es muy difícil", declara Mowafaq Abdul-Rauf, un portavoz del ministerio de Refugiados y Migraciones, quien añade que la corrupción es el mayor problema que tiene el gobierno iraquí.

Apoyo psicológico

Los psicólogos han advertido que Iraq además no tiene fondos suficientes para los programas de ayuda para que los niños discapacitados acepten su discapacidad. Alaa al-Sahaddi, vicepresidente de la Asociación de Psicólogos Iraquíes, manifiesta: "En primer lugar, esos niños que han perdido sus miembros necesitan ayuda psicológica urgente. Se consideran a sí mismos inútiles". "Los programas psicológicos son indispensables. Hemos intentado ayudar a algunos niños pero no podemos permitirnos proyectos a largo plazo puesto que no tenemos un presupuesto para eso y hemos instado al Ministerio de Sanidad a que abra los ojos ante un problema tan serio", añade al-Sahaddi.

Sin dinero ni apoyo, el creciente número de niños discapacitados en Iraq viven confinados por sus padres en sus hogares.

"Somos pobres. Mi marido está desempleado y yo no he trabajado nunca. Necesitamos dinero para el tratamiento de mi hijo porque el sistema público sanitario es muy malo", afirma Saluwa Waleed, de 38 años, cuyo hijo Sarmad de nueve, perdió el brazo derecho en un fuego cruzado entre la resistencia y las fuerzas de EEUU hace dos años en Faluya.

"No podemos permitirnos pagar el transporte para que vaya al colegio y uno de los profesores nos dijo que es mejor que se quede en casa porque después de perder el brazo no puede escribir bien y con el otro brazo va muy despacio, de forma que retrasa el ritmo de los demás alumnos", añade. "[...] Sarmad llora todos los días pidiéndome que le devuelvan el brazo o que le compre uno nuevo. No puede aceptar la idea de haber perdido el que tenía. Iba a ser un buen pintor. Le gusta pintar figuras, pero ahora no puede siquiera coger un lápiz", dice Saluwa.

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