jueves, diciembre 21, 2006

UNAM: el lenguaje de la derecha

Por Jaime Garcia Chavez
No es mi intención reseñar el inventario de tesis que muestran el odio de la derecha y la reacción a la cultura, la educación pública y las universidades abiertas. Es materia sobre la que se ha bordado bastante y tomo en cuenta para comentar las recientes declaraciones del diputado federal del PAN Raúl Padilla Orozco, presidente de la importante Comisión de Presupuesto de la Cámara Baja del Congreso de la Unión. Son en sí mismas preciosas perlas que debemos tener en cuenta para valorar al partido de la derecha mexicana. Y si digo perla, digo poco; realmente cuando el representante se lanza contra la UNAM lo único que está evidenciando es qué futuro se desea para México por Felipe Calderón. El lenguaraz dice afuera, por supuesto, lo que escucha adentro.

Cuadra bien que demos el perfil del diputado, extraído de fuentes confiables y verificables. Es egresado del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, con hijos que estudian exclusivamente en escuelas privadas, antiguo integrante del Consejo Consultivo de la Universidad Autónoma de Guadalajara, ligada a los “Tecos” que tanto daño han hecho a la política tapatía y, seguramente, ligado a la organización secreta “El Yunque”. Se trata de un católico calcado de los personajes de “Las Buenas Conciencias”, la importante novela de Carlos Fuentes. No sé si lo sea, pero se obstina en aparecer como ignorante, pues desconoce la historia, particularmente la reciente, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Se estima que la UNAM es la mejor universidad de habla hispana. Este señor cree “que no podemos seguir inyectando dinero a la educación si no tenemos resultados académicos de los estudiantes que sean loables; debemos tener una evaluación...", y, correlato de estas palabras, asume como verdad casi absoluta que la mejor educación es la privada, pues sostiene: “me encantaría que todos estudiaran en escuelas que tuvieran mejor calidad", señalamientos que hace, seguramente, añorando la amplia gama de universidades que se han prohijado al amparo de los grandes empresarios y con la siempre atenta presencia de las órdenes religiosas que abnegada, pero siempre de manera muy onerosa y elitista, patrocinan la educación superior en este país. Creo que el diputado es de los que aún no perdonan el papel público y la importancia cultural que cobraron las instituciones de educación superior del Estado, luego de la decadencia de la Real y Pontificia Universidad de México. Puede ser, seguro estoy.

Fijemos nuestra atención en el sentido profundo de las palabras del legislador. ¿Quién va a acreditar la mejor “calidad”?, ¿quién determinaría si las finalidades de las universidades son “loables”? Damos por hecho que entre diputados panistas y priístas pueden decidir los recursos federales para las universidades públicas, entre ellas principalmente la UNAM. Pero no tenemos claro cómo razonarán su voto o a qué criterio acudirán para sustentar sus decisiones. Cuando un personaje del tipo del diputado de marras habla de calidad, ya sabemos que está hablando en términos de rendimiento empresarial, predeterminado en la fábrica de manera vertical desde las alturas; y lo loable, pues, evidentemente que solo se puede dejar a un criterio ideológico, de facción, que puede determinar alguna institución encargada de vigilar el apego a la ortodoxia y a la fe, a la que son tan afectos ciudadanos del tipo que encarna con creces Raúl Padilla Orozco. Otra brillante idea que puede tener —¿por qué no?— Es pedir un ISO-9000. En la era de la “macdonalización” de la economía todo se vale para estos señores azules.

El legislador ignora, o pasa por alto, el papel histórico que ha jugado la UNAM (al igual que el Instituto Politécnico Nacional) en este país, al abrirle cauces a la cultura y a la democracia, elevando material y espiritualmente a los mexicanos, los latinoamericanos y no pocos científicos que han adquirido relieve internacional. Olvida la cobertura de su matrícula que, de suyo, habla de la institución, tradicionalmente de espaldas al elitismo de la que se hace gala en las universidades confesionales; se le nubla la mente y no ve que la UNAM está entre las mejores del mundo y la mejor de América Latina. Para esta clasificación pasa por alto la palabra ranking, tan del gusto de los miembros de su partido, seguramente porque en este caso es un elogio. Incluso ignora el papel que el fundador del PAN —Manuel Gómez Morín— jugó en esta institución por la que él siente desprecio. Por eso el rector Juan Ramón de la Fuente le regaló una biografía del batopilense. Cuando recuerdo esto no tengo más que traer a mi texto lo que es prácticamente un apotegma: la derecha, tiene intereses; no ideas.

En realidad estamos frente a una peligrosa coyuntura. Las palabras de Raúl Padilla Orozco reflejan lo que se piensa más adentro y en la cima del gobierno calderonista, de sus secretarios de Hacienda, Gobernación y Educación. Lo que él hizo al declarar fue evidenciar su calidad de cínico y no se tome esto como un calificativo fuerte, sino como una práctica de decir lo que siente y quiere, sin ambages ni tapujos. Diógenes, el legendario filósofo cabeza de los cínicos, no tan solo creía en la libertad sexual sino que se masturbaba en público para no dejar duda ni de sus prácticas ni de sus opiniones. En esencia hay que agradecerle a Raúl Padilla Orozco que nos dé una muestra de cómo habla la derecha mexicana, de cuáles son sus anhelos, de cuáles sus blancos enemigos. A final de cuentas, como dice la conseja popular: sobre aviso no hay engaño.

Subrayo lo que creo que tenemos en presencia: odio a la UNAM porque ha sido más poderoso baluarte de la cultura, la ciencia, la democracia y la participación masiva en todas estas aventuras humanas, en la vida nacional y mundial. Se odia a la UNAM porque ella ha generado los principales activos intelectuales y políticos para tener una visión crítica de nuestra realidad. La derecha la detesta porque sabe que mientras exista fortalecida será un valladar infranqueable contra quienes, como el diputado, trata de impedir que México sea una patria para todos los mexicanos y, sobre todo, sin fanatismos.

De llegar a prevalecer la estrecha y fascistoide visión de Raúl Padilla Orozco, regresaremos a los tiempos del privilegio cultural, cuando la ciencia, las letras y las humanidades eran patrimonio de unos cuantos que se servían de todo con fines facciosos y de defensa de los privilegiados. Si ya ahora es impensable para un hijo o hija de obrero, campesino o miembro de la clase media, aspirar a la educación superior y particularmente universitaria, imagínese si las únicas instituciones que se apoyarán en el futuro, directa o indirectamente, son las que están en manos de los grandes intereses económicos y de la jerarquía religiosa de los católicos. Sería el mundo de la oscuridad, el fanatismo y la sumisión de la cultura a los simples designios del dinero.
Nunca como ahora está claro el gran papel que ha jugado y jugará la UNAM y la educación pública en general para la construcción de nuestro país.

Por lo pronto registre usted el lenguaje de la derecha y, atrás de él los intereses que la patrocinan. El congresista corrigió públicamente, me dirán, pero sostengo el dicho latino: una vez dicha la palabra, vuela irrevocable.
COMENTARIO:

COMO NO TE VOY A QUERER

COMO NO TE VOY A QUERER

SI MI CORAZON AZUL ES Y MI PIEL DORADA

SIEMPRE TE QUERRE

AWANTE UNAM!!!!!!!!!!!!!!!!

AWANTE PUMAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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